Recuerdo hace pocos años aquel día que llegaste a casa y traías una mala noticia. Al verte entrar algo se rompió dentro de mí. Y tuve miedo porque sentía que un día tendría que escribir esta carta de despedida… Había apartado ya esa idea de mi cabeza, cuando de repente todo se detiene. Uno nunca cree que llegará este momento y ocurre sin avisar. Lo bueno de lo malo es que volvimos a vernos más. Gracias por ser. En mi corazón siempre te llevaré. Lo bueno es que renovaste tu vida y la disfrutaste todo lo que pudiste, haciendo bellas manualidades, pequeñas «escapadas» y fortaleciendo tus vínculos con tus seres queridos y tantos amigos. Pensábamos que habías venido a dar clase a los niños, pero la tarea que la vida te tenía reservada era mayor. Y finalmente fuiste una maestra para todos. Gracias por inspirar. Y mil gracias por tantas sonrisas.
Mi cariño para tu familia y tus amigos de Gelida, y todo el amor para tus padres y tu gran pareja que te acompañaron y te cuidaron.
Paz para tu alma.
Buen viaje amiga.
T’estimo ANNA!
Petons,
Beatriz