Este verano no hice ningún gran viaje. Me quedé en casa en el interior de mi hogar más sagrado. ¡Había piratas en la costa! ¡A las armas y a la mar! ¡Uf! Poco después, a salvo en casa, escuché una melodía que venía de la ventana. Mi viejo amigo tocaba con el acordeón una canción para mí. Mimos para el corazón. Y de allí, un salto y de nuevo al mar, ahora como sirena. ¡Como pez en el agua! Bendecida fui y bendiciones di cerca de la playa. Estuve unos días a solas, otros en compañía de bellas almas, algunas amigas otras regaladas. Y recibí muchas visitas. Algunas de la tierra, otras del cielo. Reconectando, cambiando, traspasando, sanando…, realmente amando. ¡Y un par de arquetípicos fantasmas sueltos en mi despacho! ¡Arcanos! Corriendo salí a la calle… Y subí a la bicicleta. ¡Yo quería ser Elliott y el enano E.T. me seguía más atrás! Y volando llegamos hasta la plaza. Y mi niña interior se puso a jugar. Y respiradas las risas, otra vez a las bicicletas. Y ahora la bajada la hicimos soltando todo el pasado, desnudando nuestras almas al viento. ¡Y de otro salto a la piscina! ¡Y en esta hay tiburones! Y en el reflejo del agua leí libros, deseos, fotos, olores, cenas, sueños, arena, lunas y la llegada de otro amanecer… Y ahora recuerdo que este verano también hubo algún sol que se apagó demasiado temprano. Algunas despedidas y la vida sabiamente trajo algunas bienvenidas. Me bebí las lágrimas. ¡Fue intenso! ¡Fue bello! El año que viene retomaré este viaje heroico a lo más profundo del océano en el interior de mi hogar más sagrado.
¡Abrazos!
Beatriz
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Fotografía: B. Depares Martínez