A medida que pasan los años y después de algún tropiezo, al fin he comprendido cual es la mejor manera para acompañar a los hijos. Es sencillo, no hay que hacer mucho. Es un “no hacer”, puesto que los pequeños crecen por naturaleza y cuanto más pongamos de nosotros, menos crecen ellos. Acompañar a los hijos son cosas simples: cogerles de la mano en la calle, hacer cosquillas, hacer cenas divertidas, volver a ir en bici o cualquier otro vehículo, discutir de formas divertidas, pegar cuatro gritos cuando estamos cansados, bailar en la calle (I love it!), hacer muchas marranadas ;), desnudarse en cualquier momento, escucharle y escucharte, ser natural, dar abrazos y besos, ser creativo, volver a jugar, etc… Y hacer tu vida y dejarles en paz a ellos que hagan la suya. Es un soltar progresivo que empieza el día del nacimiento del niño, puesto que ese día los padres entregan al hijo al mundo. Y después vas soltando pequeños hilos invisibles, hasta que solo queda uno. El vínculo por haberle dado la vida.
Todos los pensamientos en el siguiente enlace: PENSAMIENTOS DEL SER.
Fotografía: B. Depares Martínez