Mientras haya un corazón en guerra… Mientras se derrame sangre en cualquier lugar de este planeta, todos seremos víctimas y todos seremos asesinos. Y nadie está libre de culpa. Para los que estamos aparentemente más a salvo, probablemente el amor es nuestra mejor arma en esta lucha interna.
CUENTOS BREVES
Todo sucedió en un ancho y llano campo agreste. Al fondo de pie había un ejército de hombres armados hasta los dientes. Cargaban con lanzas, escudos y cuchillos, hachas y todo tipo de armas más sofisticadas. Sentían odio, furia y algunos gruñían, mientras que otros gemían desgarradores gritos de dolor. Esperaban al enemigo. Al otro lado, pronto asomó un único soldado. Todavía estaba muy lejos. Caminaba hacia ellos. El ejército se enrabió más. Se preparaban para matar. Pero ¿sólo un soldado? Se acercaba rápido. El ejército no bajaba la guardia. Debía de ser una trampa. Lo devorarían. ¡Lo devorarían! El soldado cada vez estaba más cerca. Parecía un hombre de poca altura. En sus manos no llevaba nada. El ejército se preguntaba qué arma escondería. ¡Tenía que ser una trampa! El ejército se enrabiaba más y más. Se oían gritos al cielo. El soldado ya llegaba. ¡Ya estaba muy cerca! Y… No podía ser… ¡No era posible! El soldado era un niño de corta edad. Venía corriendo, casi tropezándose. Se acercaba con ternura, inocente y reía abiertamente. Al instante, el ejército empezó a desplomarse. Muchos caían de rodillas. Otros inconscientes. Todavía más, se sentían invadidos por una gran tristeza y lloraban desconsoladamente. Algunos más, daban la vuelta y huían, como si fuesen perseguidos por un monstruo. Otros no lo podían soportar y se quitaban la vida con un tiro en la cabeza. Algunos más, se mutilaban. Y otros, empezaban a hacer muecas al pequeño y volvían a ser niños. Otros reían, completamente enloquecidos. Aún más, rezaban. Y aquel niño continuaba corriendo hacia ellos. Y pronto sus pies se hicieron más ligeros… Y finalmente el niño se elevó y pasó por encima de ellos. El pequeño los saludó. Su pureza dejó una profunda huella en la piel de los soldados. El niño les entregó todo lo que tenía: amor. La batalla estaba vencida. El amor era su arma/amar.
Imagen: Internet.
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