Cuando me detuve tuve tiempo para escuchar la melodía.
Llevaba días persiguiéndome ese tatarear.
Y la reconocí enseguida como algo mío, algo propio.
Y sentí un rubor y una cierta resistencia.
Aquello era yo. Y sabía mi nombre.
Y llegado el momento, dejé tocar las notas en mi corazón.
Y fue un misterio lo que vino después.
Un ancho campo se abrió ante mí y una nueva sinfonía emergió.
Y tuve que afrontar un reto mayor.
Y sentí miedo, pues aquella llamada era muy poderosa.
Me atraía, me volteaba y me liberaba.
Me invitaba a tomar la responsabilidad de mi vida.
Me invitaba a tomar mi lugar.
Aquello era yo. Y sabía mi nombre.
Todos los pensamientos en el siguiente enlace: PENSAMIENTOS DEL SER.
Beatriz Depares 
….y cuando ya sabes tu nombre,
es ese encuentro sin fin,
te reconoces, te recuerdas
y ya no eres tú, lo que creías que eras tú.
Eres ese sonido, eres esa vibración,
ese color, esa belleza.
Eres Tú….. por siempre Tú.
Pero no te detenías,
ni te permitias escucharte.
No te sentías.
Gracias mi dulce niña por recordarnos esa melodía que ahí habita. Esperándonos, sonando, llamándonos desde el corazón.
Gracias mi dulce niña por la aventura del reencuentro.
Un biquiño!!!
Hola Sara,
Tus palabras siempre son tan inspiradoras. ¡Tú eres ese sonido! Una de esas melodías…
Gracias a ti.
Abrazo,
Beatriz